jueves, 22 de noviembre de 2007

Rincones de Pamplona


















Cuando una persona llega a Pamplona en otoño lo primero que siente es frío, un frío helador que se introduce por la nariz y llega casi hasta el estómago. El viento suele ser fuerte en ciertos momentos del día y la noche llega antes de lo esperado.

La semana pasada cogí mi cámara y decidí darme una vuelta larga por Pamplona. Uno de esos paseos que se hacen a solas, sin distracciones, para conocer rincones. "hoy voy a conocer la ciudad donde vivo". Y así fue. A las 11:00 de la mañana salí de casa bien abrigada y con cámara en mano. Mis piernas me llevaban directa, como no, a la nueva estación de autobuses, con su diseño actualizado, su amplitud subterránea, sus tiendas y pantallas... con su modernidad. Tras fotografiar algunos detalles decidí entonces acudir a la antigua estación de autobuses. !qué diferencia! No me refiero en comparación a la nueva (que también), sino a lo que era cuando aún estaba abierta... hace tan solo tres días; y parece que ha pasado un siglo. Silencio, vacío... hasta los colores de las paredes y de los bancos hacen que parezca que la estación lleva cerrada toda una vida.

Más tarde me dirijo a la parte vieja y recorro esas calles estrechas donde los comerciantes exponen sus artículos con esmero y orgullo. Y llego hasta la catedral, la plaza San José, el Caballo Blanco... y cada uno de los rincones es especial; comienzo a conocer la cuidad y antes de darme cuenta me encuentro en el Archivo de Navarra. Se trata de un alto edificio perfectamente diseñado en el que las rectas y las curvas se mezclan con una elegancia rodeada de antiguos edificios de la parte vieja.

Cuando decido volver hacia mi casa tras haber saciado mi apetito, pues son ya las 15:00, paso por muchos otros lugares que me han descubierto realmente lo que es esta ciudad, mezcla de naturaleza, diseño, edificación y gente. Realmente, una ciudad digna de ser fotografiada.

Los rincones más especiales de Pamplona son lugares escondidos donde pueden descubrirse emociones nuevas... porque existen lugares en esta ciudad que no conocíamos y aprendemos a mirar de forma especial. Darse un paseo por esta ciudad es descubrir su gente, su ambiente, sus rincones escondidos que nos enseñan nuevas sensaciones.

Son días de otoño en Pamplona en los que el frío acecha y el viento es fuerte. No obstante sus estatuas, sus murallas, sus iglesias... todo sigue estático mientras nos muestra sus años de historia y de cultura pamplonica.



1 comentario:

Juan Canada dijo...

Marta:

Gracias por tu esfuerzo, tu dedicación y tu empeño.

Has hecho un buen trabajo.

Gracias y adelante!!!!!!

Juan Cañada